A poco menos de 300 días para el inicio de la temporada 2026, Aston Martin acelera su transformación de cara a la nueva era de la Fórmula 1. Con la llegada de Honda como socio exclusivo en el desarrollo de unidades de potencia, y con Adrian Newey liderando el diseño del monoplaza, el equipo de Silverstone se prepara para romper esquemas.

Andy Cowell, director del equipo, no escatima elogios hacia Newey: “Está superando los límites. Lo que le apasiona es estar tras la mesa de dibujo, imaginando no solo cómo se verá el auto, sino toda su filosofía”. El legendario ingeniero británico, que dejó Red Bull a finales de 2024, lleva desde marzo ideando el AMR26: desde la disposición del motor y el monocasco hasta la posición del piloto y la integración de la suspensión.

Este nuevo proyecto supone una transformación total para Aston Martin, que dejará de ser cliente de Mercedes para trabajar en exclusiva con Honda. No es solo un cambio de proveedor, sino una reestructuración completa en lo técnico y operativo.

“El diseño del motor Honda se adapta perfectamente a nuestra tapa del motor y a la transmisión”, explicó Cowell. “Los componentes se han probado tanto en Sakura como en Silverstone. Hay reuniones diarias para garantizar que todos trabajen en la misma dirección”.

Newey, conocido por su enfoque meticuloso y su estilo poco convencional, está empujando al equipo a pensar diferente. “Coloca diez elementos en el espacio que normalmente ocuparía uno”, señala Cowell. “Esto no solo presenta desafíos, sino que inspira soluciones creativas en toda la cadena de producción”.

La infraestructura también juega un papel clave. Con el nuevo túnel de viento de última generación financiado por Lawrence Stroll, Aston Martin puede acelerar sus procesos: desde el boceto inicial hasta las pruebas aerodinámicas, con mayor precisión y velocidad que nunca.

Con recursos técnicos reforzados, talento humano de élite y el respaldo de Honda, Aston Martin parece estar posicionándose como un contendiente inesperado para 2026. La era post-Mercedes en Silverstone podría traer una de las historias más emocionantes de la próxima década en la Fórmula 1.