MolsheimLa ciudad de Molsheim, cuna de Bugatti, se vistió de gala el pasado fin de semana para rendir tributo a su fundador Ettore Bugatti y celebrar dos hitos que marcan la historia de la marca: el 116.º aniversario de su creación y los 20 años del Bugatti Veyron, el hipercoche que redefinió los límites de la ingeniería automotriz.

Durante el tradicional Festival Bugatti, propietarios de Veyron de todo el mundo se reunieron en la casa de la marca para el exclusivo Le Petit Tour, un evento que combinó gastronomía, paisajes de ensueño y la incomparable música de los motores W16. La jornada comenzó con una elegante recepción en el Château Saint Jean, donde los invitados compartieron historias y anécdotas de su experiencia al volante de este modelo icónico, mientras degustaban lo mejor de la cocina alsaciana.

El itinerario llevó a los participantes a recorrer los majestuosos paisajes de los Vosgos, una ruta que permitió a los Veyron desplegar su poder en carreteras serpenteantes rodeadas de bosques y pueblos históricos. Entre las paradas más destacadas figuró el castillo de Haut Barr, del siglo XII, conocido como el “Ojo de Alsacia”, y la Villa René Lalique, emblema de la exquisitez artesanal que une a Bugatti con la legendaria casa de cristalería.

La celebración culminó con una velada en el Château Saint Jean, donde un banquete en la Orangerie fue acompañado por una experiencia operística en tres actos, en homenaje a la visión del Prof. Dr. Ferdinand Karl Piëch, el hombre que impulsó el proyecto del Veyron como un automóvil capaz de ofrecer prestaciones extremas durante el día y elegancia absoluta de noche.

El domingo, el rugido de los motores Bugatti resonó en las calles adoquinadas de Molsheim durante el desfile que cerró el festival, uniendo a los propietarios en una comunión de historia, ingeniería y pasión.

Más que un simple aniversario, este Le Petit Tour reafirmó el legado del Veyron como el primer hypercar del mundo: un modelo que hace dos décadas desafió las reglas del diseño y el rendimiento, y que hoy sigue siendo símbolo de innovación, lujo y emoción.