Mientras la temporada 2025 aún está lejos de resolverse, los equipos de Fórmula 1 ya están librando una batalla silenciosa fuera de la pista. Se trata de una guerra de recursos y estrategia que definirá no solo quién gana ahora, sino quién dominará cuando lleguen los cambios radicales de 2026. Y con un reglamento técnico completamente nuevo a la vista, cada decisión cuenta.
El fantasma de 2026 ya condiciona todo
Los nuevos reglamentos que entrarán en vigor en 2026, con profundas modificaciones tanto en los motores como en los chasis, obligan a los equipos a pensar a dos bandas: competir hoy y prepararse para mañana. El desafío es brutal. El tope presupuestario —130 millones de dólares base, aunque la cifra real es mayor por diversos ajustes— obliga a repartir con precisión quirúrgica cada dólar y cada hora de trabajo.
Pero quizás más importante aún es el límite de Pruebas Aerodinámicas (ATR), que impone restricciones estrictas al uso del túnel de viento y la simulación CFD. Esto significa que cada iteración para mejorar el coche de 2025 es una oportunidad perdida para ganar rendimiento en 2026. Y en una categoría donde milésimas de segundo marcan la diferencia, cada recurso mal invertido puede costar millones.
McLaren, el mejor posicionado
El líder actual del campeonato, McLaren, parece haber encontrado el equilibrio justo. Con una ventaja sólida en ambos campeonatos y sin urgencias de desarrollo inmediato, puede permitirse desviar sus esfuerzos hacia 2026. Según Neil Houldey, director técnico de ingeniería, ya se han fabricado las últimas mejoras importantes para 2025. De aquí en adelante, la atención del equipo se centra en lo que viene.
“Habrá un par de mejoras menores, pero la oficina técnica ya tiene gente dedicada exclusivamente al coche de 2026”, explicó durante el Gran Premio de Austria.
Red Bull, Mercedes y Ferrari: decisiones difíciles
En cambio, para Red Bull, Mercedes y Ferrari, el equilibrio es mucho más complejo.
Red Bull aún tiene a Verstappen en la lucha por el título, aunque su rendimiento reciente ha sido inconsistente. Christian Horner aseguró en Silverstone que “el 90 % del enfoque ya está en 2026”, pero con su reciente despido, el panorama en Milton Keynes está lejos de ser claro. Además, mantener a Verstappen motivado con un coche competitivo puede ser tan prioritario como planificar el futuro.
Mercedes, por su parte, está tentada a tirar la toalla en 2025 y apostar todo a 2026. Pero con serios problemas en la gestión térmica de sus neumáticos, teme arrastrar defectos al nuevo ciclo si no logra comprender a fondo el origen de sus inconsistencias actuales.
Y en Ferrari, el discurso oficial de Fred Vasseur apunta a no comprometer 2026. Sin embargo, con un 2025 sin victorias y la presión creciendo, en Maranello buscan al menos salvar el honor con triunfos parciales. El rediseño de su monoplaza, con una caja de cambios más corta y una suspensión trasera revisada, busca corregir errores de base que comprometen la altura del coche y, por ende, la carga aerodinámica.
La zona media: millones en juego
En el centro del pelotón, la disputa es todavía más delicada. Desde Williams hasta Alpine, pasando por Sauber, Racing Bulls, Aston Martin y Haas, todos tienen algo que ganar o perder en la batalla por los puntos… y por los millones.
Cada puesto ganado en el campeonato de constructores puede significar más de 10 millones de dólares adicionales. Por eso, aunque todos quieren enfocarse en 2026, nadie puede permitirse ignorar el presente.
En este grupo, Williams ha priorizado 2026 desde hace meses, pero aún debe resolver sus problemas de refrigeración. Sauber ha mejorado su estabilidad y equilibrio en curva, mientras que Racing Bulls necesita más carga aerodinámica para ser competitivo con regularidad. Aston Martin, en cambio, ha demostrado capacidad de desarrollo consistente por primera vez en esta era reglamentaria.
El juego de suma cero
Cada hora de túnel de viento invertida en 2025 es una hora menos para 2026. Y si bien las ganancias de corto plazo pueden parecer insignificantes, una mejora de pocas centésimas puede ser la diferencia entre terminar segundo o cuarto en el campeonato. Por eso, los equipos deben elegir con precisión quirúrgica en qué gastar sus recursos limitados.
Las decisiones ya están en marcha y muchas se verán reflejadas recién en las últimas carreras del año. Pero su impacto irá mucho más allá: definirán el punto de partida para 2026, un ciclo nuevo en el que todos aspiran a empezar desde arriba.