Ong Beng Seng, empresario malasio y titular de los derechos promocionales del Gran Premio de Singapur, se declaró culpable en un caso de soborno que ha sacudido las esferas del poder en la ciudad-estado. El magnate, conocido por su papel clave en llevar la Fórmula 1 a Marina Bay en 2008, fue acusado de encubrir actos de corrupción ligados al exministro de Transporte singapurense, Subramaniam Iswaran.

La investigación, liderada por la Oficina de Investigación de Prácticas Corruptas de Singapur, reveló que Ong financió vuelos y entradas a carreras para Iswaran por un valor cercano a los 300.000 euros, utilizando fondos de Singapore GP Pte Ltd, la entidad encargada de organizar el evento.

En abril de 2024, Ong fue destituido de su cargo como director ejecutivo de Hotel Properties Limited (HPL), firma propietaria de varios hoteles de lujo, incluidos los Four Seasons Resorts. Su arresto se produjo menos de un año antes, cuando salió a la luz su implicación en el escándalo. Según las autoridades, Ong trató de obstruir la justicia ocultando información financiera relacionada con Iswaran.

A pesar de que los ministros en Singapur perciben altos salarios —cercanos al millón de dólares singapurenses— como medida preventiva contra la corrupción, el caso ha expuesto grietas en el sistema. Iswaran, quien formaba parte del comité organizador del GP en representación del gobierno, también enfrenta cargos por corrupción.

Gravemente enfermo y diagnosticado con cáncer terminal de médula ósea, Ong podría evitar la cárcel. Se espera que el tribunal acepte una sentencia acordada, amparada en una solicitud de clemencia judicial.

El Gran Premio de Singapur tiene contrato vigente hasta la temporada 2028, y por ahora no se prevé una cancelación del evento. No obstante, autoridades como Grace Fu, ministra responsable de relaciones comerciales, han advertido que el gobierno podría reconsiderar los términos actuales del acuerdo.

La Fórmula 1 no se ha pronunciado oficialmente sobre posibles consecuencias para la carrera nocturna más icónica del calendario, aunque el impacto reputacional ya está sobre la mesa.