Durante gran parte del siglo XX, Packard fue sinónimo de elegancia, lujo e innovación automotriz. Fundada en 1899, la marca estadounidense se convirtió en un ícono del segmento premium, rivalizando con Cadillac y otros gigantes de la industria. Sin embargo, tras más de medio siglo de historia, Packard desapareció silenciosamente del mapa… hasta ahora.
Un regreso inesperado
Después de más de seis décadas sin fabricar un solo auto nuevo, Packard podría volver a las carreteras. ¿Cómo? Gracias a Scott Andrews, un relojero de lujo que en 2019 adquirió los derechos de la histórica marca. Su objetivo: producir una edición limitada del Packard Victoria, uno de los modelos descapotables más elegantes de la década de 1930. Y no será una reinterpretación moderna: serán reproducciones exactas, fabricadas a partir de los planos originales (más de 135.000) que ahora están en su poder.
Un legado de innovación
Aunque muchos los recuerdan por sus líneas clásicas, los Packard fueron mucho más que autos bonitos. Fueron pioneros en tecnología. Entre sus aportes al mundo automotor destacan el volante, el aire acondicionado, la guantera, las luces traseras y hasta el diferencial de deslizamiento limitado. Elementos que hoy parecen básicos fueron, en su momento, verdaderas revoluciones ideadas por esta casa estadounidense.

Una historia de altibajos
A pesar de su prestigio, la competencia fue implacable. Las ventas comenzaron a decaer en los años 50, y ni siquiera la fusión con Studebaker en 1954 pudo salvar la marca. En 1958 salió el último Packard de fábrica, y un año después, el nombre fue oficialmente retirado. Desde entonces, la marca pasó por varios propietarios, desde la Bayliff Coach Corporation —que hizo réplicas personalizadas— hasta Roy Gullickson, quien en los años 90 intentó revivirla con un modelo nuevo: el Packard Twelve. Pero sin apoyo financiero, su sueño no prosperó.

¿Cuándo volverá?
Por ahora, no hay una fecha confirmada. Andrews aún necesita construir una planta —la original fue demolida recientemente— y reunir inversores que apuesten por el renacimiento de una marca clásica. También deberá adaptarse a las regulaciones actuales y a un mercado automotriz muy distinto al de mediados del siglo pasado.
Aun así, el entusiasmo está ahí. Si todo sale bien, podríamos volver a ver un Packard auténtico, con su esencia intacta, deslizándose por las calles como en sus años dorados. Y quién sabe, quizás ese Packard Victoria termine compartiendo ruta con una Cybertruck, dando lugar a una postal tan curiosa como histórica.