Christian Horner, uno de los nombres más influyentes de la Fórmula 1 moderna, cierra oficialmente su ciclo con Red Bull Racing. Tras dos décadas al frente del equipo de Milton Keynes, el británico deja el cargo con una indemnización que ronda los 100 millones de dólares, según estimaciones de The Race, en lo que ya se perfila como uno de los acuerdos de salida más impactantes de la categoría.
Horner, que asumió la dirección de Red Bull en 2005 a petición del fallecido Dietrich Mateschitz, fue el arquitecto de una de las eras más exitosas de la F1. Durante su gestión, el equipo conquistó 6 campeonatos de constructores, 8 de pilotos, 124 victorias, 287 podios y 107 pole positions, una cifra que lo consagra como uno de los jefes de equipo más exitosos de todos los tiempos. “Liderar Red Bull Racing ha sido un honor y un privilegio”, declaró Horner en el comunicado oficial, mientras la escudería agradecía sus “20 años de excepcional trabajo”.
Sin embargo, los últimos meses estuvieron marcados por tensiones internas y polémicas externas. Las acusaciones de acoso sexual en 2024, sumadas a las luchas de poder tras la muerte de Mateschitz en 2022, minaron su posición dentro de la estructura. A pesar de tener contrato vigente hasta 2030, Red Bull decidió prescindir de sus servicios tras el Gran Premio de Gran Bretaña de este año, nombrando a Laurent Mekies como su reemplazo.
El acuerdo de salida no solo le garantiza a Horner una compensación millonaria, sino también la libertad de incorporarse a otro equipo a partir de la temporada 2026. Aunque Cadillac —que debutará como undécima escudería— ya le cerró las puertas, su nombre suena con fuerza en el entorno de Alpine, donde su amigo Flavio Briatore actúa como asesor especial.
Por ahora, Horner se tomará un respiro, algo inusual para alguien que no se ha perdido un solo Gran Premio en 20 años. Su futuro sigue abierto, pero el legado que deja en Red Bull es incuestionable: un modelo de éxito que transformó a un equipo joven en una potencia histórica de la Fórmula 1.