El automovilismo argentino vuelve a vestirse de luto, pero también de memoria y gratitud. La reciente partida de Ana María Díaz Cueva, esposa del querido periodista Marcelo Vivo, conmueve a todos aquellos que alguna vez sintieron que su voz era parte de cada domingo de carreras. A casi tres años de la muerte de Marcelo, Ana María lo alcanza, y muchos sienten que ese amor —firme, discreto, duradero— vuelve a reunirse.

“Hoy se me apaga la otra mitad de mi mundo. Hoy se me fue mi mamá, y se me fue muy rápido. La luchó mucho y con todo lo que tenía, y a su lado la ayudamos a luchar, pero hoy decidió que era hora de descansar. Se fue mi mamá, se fue quien me amó, amé, y amaré para toda la vida. Espero que donde esté, sepa lo mucho que ya la extraño, y lo que siempre la voy a extrañar… Su voz, su cantar, su risa, que me pida que repita una canción así la canta conmigo de nuevo. Viví la vida más linda del mundo gracias a los papás que tuve, a los hermanos que tengo y a todos los que se sumaron en este camino para hacer esta familia aún más grande, que hoy se achica un poquito, pero vivirá para siempre quizás en alguna partecita del cielo de Miramar.

Te amo Má. Gracias. Hasta siempre”. Facebook @Agustín Vivo

Marcelo Vivo fue mucho más que un relator de automovilismo. Fue una voz insustituible, una presencia inconfundible en la radio, especialmente en su etapa en Radio Continental, donde su entusiasmo, su capacidad de análisis y su sensibilidad convirtieron cada transmisión en un evento emotivo y cercano. Para los fanáticos del Turismo Carretera, su voz era parte del paisaje sonoro de la pasión.

Fuera del aire, Marcelo era un hombre de familia, y Ana María, su compañera de toda la vida. Juntos atravesaron caminos, no solo los del automovilismo, sino los del amor, la crianza y la vida cotidiana. Tuvieron tres hijos: Agustín, Mariana y Alejandro, quienes hoy heredan no solo el apellido, sino también el legado de dos padres que construyeron con afecto, firmeza y dedicación.

La partida de Ana María marca el final de una historia compartida que dejó huella en muchos rincones. Una historia de amor silenciosa, pero profunda. De esas que se sostienen con gestos cotidianos, con esperas, con orgullo por el camino del otro.

Y también se hace inevitable recordar mucho momentos compartidos como aquellos “Martes con Marcelo Vivo” en Automundo, una cita obligada para los amantes del deporte motor, donde su calidez y experiencia se unían para crear una cercanía única con el público del cual no pudiste despedirte.

¿Quienes amaron la radio, quienes crecieron con las carreras narradas con emoción y precisión, saben lo que significó Marcelo Vivo no solo de Argentina, sino de toda latinoamérica. Hoy, al recordarlo junto a Ana María, también se honra esa parte esencial de su vida que lo acompañó fuera del micrófono, y que fue su verdadero motor.

Desde aquí, un abrazo sincero para Agustín, Mariana y Alejandro. Y un gracias profundo a nuestro querido Marcelo y Ana María, por tanto cariño y tanto amor por todos nosotros, tu familia de Automundo.