Red Bull Racing se encamina a 2026 como un equipo profundamente transformado. Más que una simple transición técnica por el nuevo reglamento de la Fórmula 1, el conjunto de Milton Keynes afronta un cambio estructural, cultural y de liderazgo que marca el inicio de lo que muchos consideran su “segunda era” en la categoría reina.
La desaparición del liderazgo de Dietrich Mateschitz en 2022 fue el punto de inflexión de un proceso que hoy ya es evidente. Red Bull dejó de ser el proyecto personal de un visionario con poder absoluto para integrarse de lleno en una lógica corporativa global, con decisiones más colegiadas y un control institucional mucho más marcado.
Un Red Bull más corporativo y menos personalista
Durante años, Mateschitz ejerció una influencia silenciosa pero decisiva en la Fórmula 1. Dueño del 49 % de la empresa y con control operativo total, supo delegar el día a día sin perder la capacidad de intervenir cuando el contexto lo exigía. Esa autonomía permitió a Red Bull empujar los límites del reglamento, desafiar estructuras de poder y construir una de las etapas más dominantes de la historia moderna de la F1.
Tras su fallecimiento, ese equilibrio desapareció. El equipo pasó a estar bajo la supervisión directa de Oliver Mintzlaff, ejecutivo clave dentro del entramado deportivo de Red Bull. La salida de Christian Horner, Helmut Marko, Adrian Newey y Jonathan Wheatley confirmó el cambio de rumbo: el poder dejó de concentrarse en figuras individuales para diluirse en una estructura más corporativa.

Laurent Mekies y un liderazgo diferente
El nombramiento de Laurent Mekies como CEO y director del equipo simboliza esta nueva etapa. Ingeniero de formación y con experiencia en Ferrari y Racing Bulls, Mekies representa un perfil más técnico y menos político que su predecesor.
Si bien mantiene el mismo cargo que Horner, su margen de maniobra es claramente distinto. Mekies gestiona dentro de un marco corporativo más rígido, con menor autonomía política en el paddock. El desafío será lograr eficiencia operativa sin perder capacidad de influencia en un entorno donde la política sigue siendo una pieza clave del éxito.
La base técnica se mantiene, pero sin Newey
En lo técnico, Red Bull conserva gran parte de su estructura. Pierre Waché continúa al frente del departamento de diseño y las instalaciones siguen siendo de primer nivel, incluyendo el nuevo túnel de viento que entrará en funcionamiento en 2026.
Sin embargo, la salida de Adrian Newey marca un antes y un después. El próximo monoplaza será el primero concebido íntegramente sin su influencia directa, lo que añade un factor de incertidumbre justo en el año del mayor cambio reglamentario en décadas.
Cambios internos y señales de transición
La reestructuración también alcanzó al área deportiva y al personal de pista, con movimientos clave como el cambio de rol de Gianpiero Lambiase. Aunque el rendimiento en pista se ha mantenido competitivo, persisten dudas sobre la dirección técnica y la confianza excesiva en herramientas de simulación, especialmente tras los problemas de balance del auto en 2025.
La salida de Helmut Marko terminó de sellar la transición hacia un Red Bull más alineado con estándares corporativos modernos. Con ello, el equipo perdió una figura polémica, pero también a uno de los arquitectos de su exitoso programa de pilotos.
Racing Bulls y una incógnita a futuro
El segundo equipo de la estructura, Racing Bulls, sigue siendo un proyecto satélite. A pesar de las mejoras en infraestructura y discurso, su rol continúa siendo el de equipo formador. En un contexto de valuaciones récord en la F1, no se descarta que Red Bull termine desprendiéndose de él a mediano plazo, una decisión que tendría impacto tanto deportivo como político.
2026: el año de la verdad
El reglamento de 2026 será el primer examen real para este “nuevo” Red Bull. El coche, el motor desarrollado junto a Ford y la estructura de mando debutarán juntos en una hoja completamente en blanco. Un inicio sólido podría traer estabilidad; un arranque complicado reactivaría rumores, especialmente alrededor del futuro de Max Verstappen.
La historia de la Fórmula 1 demuestra que la supervisión corporativa excesiva rara vez convive con el éxito sostenido. El reto para Red Bull será encontrar el equilibrio entre control institucional y libertad creativa, sin perder la esencia que lo convirtió en una potencia durante dos décadas.
🔍 Claves del nuevo Red Bull rumbo a 2026
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Cambio de liderazgo total: sin Horner, Marko ni Newey, el equipo entra en una etapa inédita.
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Estructura más corporativa: mayor control institucional y menor autonomía individual.
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Nuevo enfoque técnico: primer auto diseñado íntegramente sin Adrian Newey.
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Motor propio: alianza con Ford y debut de Red Bull Powertrains.
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2026 como punto de inflexión: el rendimiento inicial marcará la estabilidad del proyecto.
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Futuro de Verstappen: un factor clave si los resultados no acompañan.
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Racing Bulls en revisión: posible venta a mediano plazo.