En 75 años del Campeonato Mundial de Fórmula 1, solo cinco pilotos estadounidenses han ganado grandes premios, y apenas dos lograron un título mundial. Pero entre ellos hay una figura única: Dan Gurney, un hombre que no solo fue piloto, sino también constructor, fundador de su propio equipo y pionero en más de un sentido.

Junto con Mario Andretti y Juan Pablo Montoya, Gurney forma parte del exclusivo grupo de pilotos que han ganado en Fórmula 1, NASCAR y la USAC. Su nombre quedó grabado tanto por sus victorias como por su carácter innovador y su pasión por las carreras.


De Ferrari a Brabham: el ascenso de un talento completo

Daniel Sexton Gurney disputó 86 grandes premios entre 1959 y 1970, con cuatro victorias y dos cuartos puestos finales en el campeonato mundial (1961 y 1965).
Sus primeros pasos fueron difíciles: pasó por Ferrari, BRM y Porsche antes de llegar a Brabham en 1963, donde su combinación de velocidad, valentía y sensibilidad técnica resultó clave para el joven equipo fundado por Jack Brabham.

En 1964, con el Brabham-Climax BT7, Gurney se convirtió en protagonista habitual en la lucha por los podios. Su primera victoria llegó en Rouen, Francia, un circuito que se volvería casi talismán en su carrera. Aunque la mala fortuna mecánica le impidió pelear por el título, su consistencia y competitividad lo consolidaron como uno de los pilotos más completos de su era.


El Eagle MK1, para muchos la creación mecánica más bella de la historia de la Fórmula 1. Foto: Archivo

Rouen, Spa y el nacimiento de un constructor

La temporada 1965 reafirmó su talento, con cinco podios consecutivos que lo dejaron cuarto en el campeonato. Pero Gurney tenía una visión más amplia: ser piloto y constructor. Así nació All American Racers (AAR), y con ella el legendario Eagle F1, un monoplaza tan bello como competitivo.

Con su Eagle-Weslake V12, Gurney logró una victoria icónica en Spa-Francorchamps en 1967, convirtiéndose en el primer piloto estadounidense en ganar un gran premio con un coche diseñado y construido en Estados Unidos. Aquella gesta consolidó su legado como innovador y símbolo de independencia técnica.


El McLaren M14A participó en un puñado de Grandes Premios y, a pesar de no ganar, McLaren citó a Dan Gurney como un talismán para el equipo. Foto: McLAren

Más allá de la F1: un espíritu pionero

Tras su salida de Brabham, Gurney renunció a la posibilidad de ganar títulos que terminarían en manos de Brabham (1966) y Hulme (1967). Pero su aporte a la historia fue mucho mayor: inventó la “Gurney flap”, una pequeña pestaña aerodinámica que todavía hoy se usa en múltiples disciplinas del automovilismo y la aviación.

Su equipo AAR se consolidó en Estados Unidos, especialmente en IndyCar, donde continuó su influencia técnica y deportiva. Cuando Bruce McLaren falleció en 1970, Gurney fue llamado para reemplazarlo temporalmente, pero su etapa en la Fórmula 1 ya había llegado a su fin.


El legado de “Dan the Man”

Dan Gurney fue más que un piloto rápido. Fue un visionario que desafió los límites entre el piloto y el ingeniero, entre el competidor y el creador. Su estilo elegante, su curiosidad técnica y su espíritu estadounidense lo convirtieron en una figura irrepetible del automovilismo.

A más de medio siglo de su retiro, el eco de sus innovaciones sigue presente. Y cada vez que un monoplaza cruza la línea con un Gurney flap en su alerón, el legado de aquel hombre que soñó y construyó sus propias alas vuelve a tomar vuelo.

Uncle Bobby ganó su primera Indy 500 a bordo de un Eagle, un chasis diseñado por Gurney en 1968, dos años después firmó con el AAR (All American Racers) para ser parte del equipo, sumando un total de 22 victorias para el equipo a lo largo de casi diez años de trayectoria. / Bobby Unser y Dan Gurney. Foto: Pinterest