Max Verstappen volvió a demostrar por qué es el campeón del mundo de Fórmula 1 con una actuación sólida en un escenario completamente distinto: el legendario Nürburgring Nordschleife. El neerlandés debutó en la Nürburgring Endurance Series (NLS) a bordo de un Porsche 718 Cayman GT4 RS Clubsport del equipo Lionspeed GP, completando una jornada que combinó precisión, velocidad y nervios de acero.

Estreno controlado y estrategia inteligente

En la 65ª Copa ADAC ACAS, Verstappen participó en la categoría CUP3, reservada para pilotos con Permiso B, lo que obligó a limitar su Porsche a 300 CV (en lugar de los 425 CV habituales). Pese a esta desventaja de potencia, el neerlandés se clasificó sexto por la mañana y adoptó un enfoque conservador en las primeras vueltas, completando 14 giros limpios antes de escalar posiciones y colocarse en la parte alta de la tabla.

Pequeños sustos y gran temple

No todo fue perfecto: Verstappen debió realizar maniobras evasivas en los compases iniciales y enfrentó problemas con los frenos, que lo obligaron a una breve parada en boxes. Aun así, mantuvo el control y entregó el coche n.º 980 a su compañero Chris Lulham sin mayores incidentes.

Poco después, un aguacero repentino complicó el final de la prueba. Lulham sobrevivió a los primeros minutos con neumáticos lisos antes de entrar a boxes para montar gomas de lluvia y asegurar la meta. El equipo terminó séptimo en la clase CUP3 y primero entre los Porsche de potencia reducida, cumpliendo los objetivos del debut.

Licencia validada y experiencia clave

Para validar su Permiso A, Verstappen también completó las 14 vueltas requeridas en el vehículo hermano del equipo, el n.º 89, asegurando así su habilitación para futuras participaciones en la categoría.

Mientras Julien Andlauer y Joel Sturm de Falken Motorsports se llevaban la victoria general, Verstappen cerraba una jornada que no solo reforzó su versatilidad al volante, sino que también le abre la puerta a nuevos retos en carreras de resistencia.