Aunque el paso a los turbohíbridos en 2014 fue lo correcto por razones de sostenibilidad y para mantener el interés de los fabricantes, se cometieron errores en la forma en que se enmarcaron las reglas de las unidades de potencia.
A la hora de elaborar la nueva normativa, los ingenieros se descontrolaron con las tecnologías que podían incorporar los turbos de 1,4 litros y sus sistemas de recuperación de energía.
El resultado fueron unidades de potencia excesivamente complejas que resultaron enormemente caras de entender y desarrollar.
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La combinación del MGU-H y el MGU-K, además de una gran libertad de diseño en el concepto general, hizo que la complejidad se convirtiera en un costoso reto para los fabricantes, y provocó varios dolores de cabeza en los primeros años.
La experiencia de Honda, que se equivocó en su regreso a la F1, actuó como elemento disuasorio para otros fabricantes, y